Me he detenido un instante a respirar y he sentido cómo la quietud me iba robando el aire, que la estática en mis pies no hace otra cosa que apelmazar el oxígeno que trato de respirar, y siento que estoy a punto de caer atrapado en un foso sencillo y ordenado alejado de preguntas. Me aterra, la posibilidd de sucumbir al conformismo rígido y dejar que las grandes aspiraciones queden enterradas bajo toneladas de preocupaciones vacías y teledirigidas.
Me embelesa la inquietud, querer aprender más de lo que me obligaron a saber, crear más de lo que debo, crecer más y ese flagelante hábito de no permitirle un descanso a mi cabeza mientras queda tanto por conocer, tanto por descubrir, tantas maneras de desarrollarse; porque al fin y al cabo, el cerebro nunca descansa, nuestros pulmones no dejan de funcionar mientras estamos vivos... y para mí no hay nada más vivo que aquello que ante todo ansía el movimiento y desarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario