Se alza una voz entre todos los murmullos,
ese pequeño homúnculo que habita en mi interior
deseando escapar lejos de estos óseos muros,
alza su mano sosteniendo una copa de vino y pide
un brindis por otra pequeña parte de mí que ha muerto,
y mientras van quebrándose las palabras se despide:
"Adios querido yo, hasta pronto si es que nos vemos".
Bebe un trato, la copa, la botella y hasta la vida,
porque no olvida que vivir no sólo es que respiremos,
hay que agotar cada segundo mientras la aguja gira.
Por eso hoy, por eso aquí, y cada día hasta que muera
derramaré mi alma, diluida en esta tinta oscura
deshilachando las marañas de mi enredada cabeza,
cada idea, cada emoción, cada certeza y cada duda,
viviendo cada momento como algo que expira
bebiendo a borbotones del cáliz de la locura.
A veces mantener la compostura,
vivir obedeciendo a nuestra cordura
nos conduce a una serena amargura
Que mucho dista de la idea de estar vivo...
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