Ni esculpida en fría piedra,
ni inmortalizada en un lienzo
o en las estrechas calles del pentagrama,
la creación más absolutamente bella
esculpe con su piel el viento,
dibuja perezosas líneas en la cama
y cuando sonríe...cuando ella sonríe
hasta los óleos se agrietan de girarse a verla.
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