Recopilación de textos narrativos y poesías personales, disfrutad su lectura igual que disfruto yo llevando mis dedos desde su inicio hasta su punto y final.

lunes, 9 de mayo de 2016

De Fobos y otras historias

El ser humano, al nacer, muestra únicamente un temor: el miedo a caer, éste es el único rasgo de temeridad que una persona normal presenta recién nacido (lo cual parece bastante lógico si consideramos que instintivamente cree que sus progenitores lo protegerán de todo mal, y que solo debe procurar no caer de su regazo). No obstante, a lo largo de nuestra vida, vamos desarrollando una variada lista de miedos o fobias que  no tienen por qué coincidir con la de nuestro vecino o nuestra propia pareja. Entonces, ¿no es el miedo algo natural? ¿no es una respuesta de seguridad?.

Si y no, obviamente existen temores que desarrollamos como un mecanismo de autodefensa, como es el caso del miedo a las serpientes (a razón del peligro que suponen algunas de ellas) o el miedo a que un rayo nos fulmine en mitad de una tormenta (al menos en una situación donde la probabilidad sea considerable); pero muchos de nuestros miedos no son más que un mecanismo heredado, temores infundados por nuestros padres o nuestros modelos de referencia. ¿Cuántas veces nos hemos sorprendido desarrollando una animadversión hacia cualquier estímulo tal y como hacía alguno de nuestros padres? Y cuando hablo de mecanismos heredados no me refiero a una acepción genética e ineludible, sino a aquellas conductas que para bien o para mal dejan una huella inconsciente en los hijos.

Muchas veces he oído aquella misma historia en diferentes bocas, "mi madre nos reunía a todos en el sofá del salón y apagaba los electrodomésticos mientras rezaba a santa Bárbara...", "mi padre siempre salía corriendo cuando alguno de nosotros nos hacíamos una herida y salía sangre, nos dejaba allí sentados...", y tantas otras que han ido esculpiendo la personalidad y conducta de las personas. En mi juventud escuchaba a mucha gente decir "yo tengo miedo a..." o "me da terror ver un..." tantas veces que terminé por penar que yo también debía temer algo, así que pensé en cuál sería mi némesis, qué era lo que más miedo me daba.. y así, lentamente fui asociando a las arañas la idea de miedo y ansiedad, tanto es así que hasta no hace demasiado tiempo era incapaz de matar una araña yo mismo (y lo mas triste es que nunca me ha picado ninguna de las grandes a pesar de todas las veces que he dormido en el campo a la intemperie). Por suerte, hoy día puedo decir con relativo orgullo que machaco arañas con las manos, y hasta zapatilleo a algunas del tamaño de una moneda de dos euros (lo se, iré al infierno de los aplasta bichos).

Recuerdo con felicidad ciertos retazos de mi juventud, mi padre acostumbraba a llevarnos al campo los fines de semana, nos dejaba trepar a cualquier árbol, deslizarnos por el barro o construir fuertes entre los pinos, nos enseñó a mover con un palo largo las piedras antes de tocarlas para confirmar que no hubiera alacranes u otros animalejos molestos, pero nunca infundando miedo, supongo que pensaba que lo peor que puedes hacer es llenar el mundo de cosas que temer, ni siquiera cuando aparecíamos con las rodillas ensangrentadas o con un brazo dislocado se le ocurría entrar en pánico: Éramos niños, estábamos hechos para aprender de esa manera, descubrir el mundo antes de temerlo. Es comprensible que no debemos dejar que nuestros hijos jueguen a los superhéroes colgados de la ventana para descubrir que una caída de ese tipo es peligrosa, pero hay un trecho entre mostrar los riesgos y asustar, el mundo puede llegar a ser un lugar terrible y lleno de peligros, pero es mejor irlo descubriendo sin prisas, fomentar tanto como se pueda las capacidades de un niño y no limitarlo por nuestros propios miedos. Yo sufro de vértigo, no se si por alguna razón infudada o por problemas en el oído, pero jamás impediría que mi hijo subiera a un árbol o que se embarcase en su sueño de ser piloto de avión.

Desde la "pax romana" hasta los medios de comunicación actuales, pasando por cruzadas y Tomás de
Torquemada, cada forma de gobierno, cada religión y cada institución se ha valido en mayor o menor medida del miedo de las personas para controlarlas, no es ningún misterio que si controlas los temores de una persona, la controlarás también a ella, así que no es extraño que este haya sido el procedimiento escogido por tantos líderes. Como decía Nicolás Maquiavelo "hay dos formas de mantener el control en un estado, con el amor o con el miedo de tu pueblo",  y es por esta razón que considero que es tan importante educar a los niños de tal manera que sean capaces de afrontar sus propios miedos, protegerlos de aquellos que quieran inculcar la semilla del temor y hacerles conocedores de su propio potencial. Ya nos controlan demasiado, tanto un servidor que escribe, como aquél que decida leerme, posiblemente ya estemos más afectados de lo que creamos o queramos creer, pero tenemos la oportunidad de realizar cambios, y cuando digo oportunidad, implico a la responsabilidad, somos responsables de nuestros actos, de lo que decimos y de lo que callamos... Pues bien, ayudemos a construir un mundo sin miedos que lastren al ser humano y a la sociedad en la que vive.

Estoy cansado de fanatismos, de puertas que se cierran sin atreverse a ver siquiera qué habrá al otro lado, de personas que no hacen nada o que hacen demasiado movidos por el miedo. Desde la psicología, el miedo suele considerarse como una respuesta condicionada, una asociación de ideas que queda establecida en nuestras conexiones del mismo modo en que una respuesta innata pueda estarlo. Existe un fenómeno muy vinculado al tratamiento de las fobias conocido como "desensibilización sistemática", éste es un tipo de contracondicionamiento, es decir, se trata de desvincular el estímulo que nos causa miedo/asco a la respuesta ansiosa., una vez que la persona deja de asociar el estímulo (por ejemplo la tormenta) con la respuesta (ansiedad, pánico, histeria...), dejará de verse limitado o incluso incapacitado cuando dicho estímulo vuelva a aparecer. Si explico todo esto es por una razón, ¿A qué esperamos para desensibilizarnos? ¿Cuánto vamos a permitir que todos esos miedos nos incapaciten tanto a nosotros como a quienes nos rodean?.


Si nos liberamos de nuestros miedos, nos liberaremos de una poderosa herramienta de control sobre nosotros.

3 comentarios:

  1. Mañana lo comento en clase. Estamos dando el género ensayístico.

    ResponderEliminar
  2. Mañana lo comento en clase. Estamos dando el género ensayístico.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Antonio, estoy deseando conocer opiniones, tus alumnos siempre tienen cuestiones que se prestan a una conversación

      Eliminar