Recopilación de textos narrativos y poesías personales, disfrutad su lectura igual que disfruto yo llevando mis dedos desde su inicio hasta su punto y final.

martes, 24 de mayo de 2016

De caer en el abismo

Caímos en la trampa, como dos niños embaucados por golosinas, fuimos cayendo haciendo círculos hasta dar de bruces en un jardín de brea y asfalto reblandecido.
Teníamos el plan perfecto, no encontrábamos fuga alguna y hasta parecía unirnos más, ¿O acaso sería imposible avanzar con tanto sigilo? Todo lo que debíamos hacer era ceñirnos a lo establecido, caminar sin llamar la atención y continuar creciendo sin hacer demasiado ruido. Todo había comenzado con una sencilla e ingenua apuesta -¿Te atreves a ser feliz?- Le dije tras pasar toda la mañana dándole vueltas a la idea... Al fin y al cabo hacíamos un gran equipo, no tenía por qué salir mal, no tenía por qué permanecer solo planificado sobre un papel, así que nos dimos la mano (tal vez muy formal para nosotros, pero nos apetecía ser solemnes en aquel momento)...

Por supuesto todo plan exigía compromiso y confianza, ella sabía que cumpliría con mi parte y yo que era tan testadura que se negaría a no cumplir con la suya, los brazos del uno eran el arnés del otro y no era la primera vez que nos lanzábamos de cabeza en una empresa de gran calibre, lo cual nos brindaba un amplio conocimiento de qué cosas no debían hacer para lograrlo. Los primeros pasos eran sencillos, casi podría decir que seguían la línea de lo habitual en nuestras vidas: sonreír con cortesía, mantenernos ocupados y no hacer ninguna fiesta que llamara demasiado la atención. La dificultad venía cuando salíamos fuera, al mundo exterior, parecía que todo girase en torno a otros planes, en torno a otras aspiraciones muy diferentes ¿Podríamos lograr todos nuestros propósitos en un ambiente tan hostil? Desde luego merecía la pena descubrirlo, pero ello suponía disimular en exceso, fingir que compartíamos el mismo objetivo para no levantar sospechas y, sobre todo, mirar escaparates, había que mirar los escaparates, estudiarlos, analizar su contenido, algo que terminamos por dominar hasta el punto de poder compartir una opinión sobre éstos con tan solo echar un ligero vistazo.
-¿Algo interesante cariño?
-Nada, no hay nada que nos interese
-Sigamos pues.

Pero el problema de permanecer allí, de formar parte de toda aquella trama mayor, de aquella gran conspiración que nos hacía sentirnos diminutos, es que te podía absorber sin que te dieras cuenta, recordando a F. Nietzsche, Permanecer tanto tiempo luchando contra monstruos nos sumergía en el riesgo de acabar convertidos en ellos, y eso era algo por lo que no deseábamos pasar... pero sucedió, paulatinamente las miradas a los escaparates tomaron otro cariz, las conversaciones eran distintas y los planes más bucólicos se postergaban dando primacía a otros más superficiales y comunes. Si, fuimos cayendo como vencejos que descienden mientras aún seguían dormidos, ni siquiera se habían percatado de ello hasta que fue demasiado tarde, de repente sus preocupaciones giraban en torno a aquellos escenarios prefabricados, las proyecciones se mancillaban con compras innecesarias o planes escasamente motivadores ¿Qué podrían hacer? ¿Qué debían hacer?

Si querían sobrevivir, sobrevivir como individuos, debían apostarlo todo a una sola carta, arriesgarse a una decisión fulminante y tomar el camino que más adecuado era para ellos, su camino, no el de otros, no el que pudieran recomendarle desde un escaparate o el camino que más les identificara como personas únicas, sino aquél que les permitiera serlo, aquél que les concediera la posibilidad de ser ellos mismos, con sus sueños e ilusiones, con sus fantasías y pretensiones, aunque fuera desde la seguridad de su refugio.
-Estoy seguro de que volveremos a caer, ¿no lo crees?
-Si, tal vez amor, pero entonces aprenderemos a planear...
The fall of Satan - Gustave Dore (Paradise Lost)

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