Uno, dos, tres, cuatro, silencio...
cinco, seis y siete, ¿Dónde estás?
te busco como al agua el sediento
ocho, nueve, no te entretengas
que vengo a pedir tu diezmo.
Uno, dos, tres, cuatro, jaurías de perros,
cinco, seis, siete fauces hambrientas
que muerden mi garganta por dentro
y zarandean la calma en sacudidas violentas,
mi voz, mi yo arrastrado a ras del suelo.
Uno, dos, tres, cuatro, arder o quemarse,
cinco, seis, siete, ya huele a fallas bajo la piel
como si cada verso hubiera querido quedarse
escondido entre mis huesos en puñados de papel
y a sorbos de ascua todo fuera a calcinarse.
Uno, dos, tres, cuatro... dedos roncos y manos temblando.
Me encantó el ritmo y el grado de surrealismo.
ResponderEliminarGracias Antonio, creo que surgió algo distinto a lo que acostumbro a escribir...
EliminarMe encantó el ritmo y el grado de surrealismo.
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