Corrieron, tus sueños y los míos campo a través,
como dos partisanos en las cumbres lombardas,
que luchan manteniendo la cabeza bien alta
y la justicia más humana guiando sus pies.
Se hicieron al monte, no para huir, sino para defenderse,
defenderse de la metralla que descargan las ideas ciegas,
de las personas de piel y hueso, pero con sueños de piedra.
Buscaron nuestros sueños un lugar lejos de su corriente.
Y nuestra banda sonora la compusieron silbidos de balas,
miradas que trinaban como una tormenta concentrada
en un millar de pupilas dilatadas.
Fueron, tus sueños y los míos miembros ocultos de la resistencia,
avanzando escondidos en la sombra de banderas siniestras,
creciendo sin armar demasiado jaleo y recorriendo callejuelas
donde aprendieron que la discreción es la primera ley de supervivencia.
Tallaron en la tosca roca
levantando leves lascas
con la paciencia de una gota
que sin prisa ahonda
y hace verdes valles a su paso.
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