Recopilación de textos narrativos y poesías personales, disfrutad su lectura igual que disfruto yo llevando mis dedos desde su inicio hasta su punto y final.

sábado, 30 de abril de 2016

De una frase

En un pálido paraje de mi alma
se esconde un recuerdo perlado,
es un leve susurro que me calma,
es una frase que nunca he olvidado
pero que nunca repito, para no desgastarla.
 
Escondida entre hojas descoloridas,
lejos del sol, lejos de miradas extranjeras
que pudieran a ella causarle heridas,
como al hijo pródigo ella siempre espera
a que mi alma rota vuelva a ella de rodillas.
 
En un lugar tan profundo, pero jamás siniestro
se esconde una frase que una vez alguien me dijo,
llegó mecida por el aire, más no se fue con ningún viento,
se hizo oración de mis desgracias y mis desquicios
como lluvia de abril que apacigua al árbol sediento.
 
Escondida de ti, escondida de mí permanece,
para no caer jamás en el hábito viciado
de todo lo bueno que al malgastarlo se pierde
por el error humano de no valorarlo,
así pues ella se esconde, así pues crece...
 
En un lugar recóndito de mi alma se esconde esta frase....
....
 

viernes, 29 de abril de 2016

De murmullos a media voz

Quería perderme en un murmullo limpio y claro,
Como el susurro de un arroyo que desciende seguro,
sin mas revuelo, sin que lo arrasa todo a su paso.
 
Quería escuchar una voz serena en mitad de la tormenta,
una conversación hermosa y un tema profundo,
sin gritos que buscaran simplemente la atención de cualquiera.
 
Quería huir, escapar de magnificencias y delirios de grandeza,
me bastaba sentarme en los escalones o apoyado en cualquier muro,
una conversación de café a café, de cerveza a cerveza.
 
Porque nada me llega más hondo que una buena conversación en corto,
reflexiones al amparo de un portal cuando la lluvia aprieta
y las maquinaciones mundiales alrededor de una candela,
A esas voces atiendo yo, las que brillan sin armar ningún alboroto.
 
Quería perderme en los murmullos más livianos
y así acabé escribiendo versos,
conversaciones silenciosas entre tus ojos y mis manos.
 

jueves, 28 de abril de 2016

De caladas y paradas - Parte 1

-El último cigarrillo, lo prometo -Pensó- Solo un puñado de caladas y toda este vicio habrá acabado.

Pero en el fondo sabía que no era cierto, aquel veneno era su adicción, sabía que le estaba matando por dentro y aún así se sorprendía continuamente buscando en su bolso una cajetilla de Chesterfield que la sumiera de nuevo en su nube gris. Le gustaba pegar algún "post it" en los paquetes para ocultar aquellas macabras escenas de tumores y miembros amputados que el Ministerio de Salud se empeñaba en colocar... ¿No sería más sencillo ilegalizar el tabaco? ¿Qué comisión se llevaría el gobierno para mantener en el comercio algo tan dañino?.  Fuera como fuese, aquello escapaba a sus problemas tangibles, una tos ronca quebraba sus pensamientos y la traía de nuevo a su realidad: Era una mujer adicta; universitaria, sensible, ecologista, y adicta...

Era como si todo lo que cayera en sus manos corriese el peligro de convertirse en otro preso más de su adicción: El chocolate con almendras, el café con poca azúcar, el hombre que conoció en aquella cafetería, mirar de reojo por la ventana cuando se cambiaba de ropa, robar un par de sobres de azúcar en el bar de vez en cuando... Y aquellos malditos bastoncillos de nicotina. No podía evitarlo, no podía controlarlo, ¿Saben de ese tic en el párpado que una vez que aparece no puedes frenar? Pues ella escondía tantos que a menudo no podía evitar que se solaparan, la anulaban como persona, la dirigían como una pequeña muñeca de trapo mecida por unas manos traviesas y desvergonzadas. La vida comenzaba a parecer una extensa pesadilla, se sentía perversa, sucia, enferma por algún mal que no podía explicar a su médico de cabecera, había logrado estar un mes sin fumar, pero al final había recaído inexorablemente. Con una taza de café en la mano y mordiendo la cajetilla de tabaco con sus dientes se acercó al borde del balcón y se sentó en las aún templadas baldosas, sacó un cigarrillo y, antes de manchar la boquilla con pintalabios burdeos pensó... -El último cigarrillo, lo prometo....

Resbaló su pulgar sobre la rueda del mechero y al apartar su rostro de la trayectoria del humo sus ojos repararon en una de las ventanas del bloque de en frente, allí estaba él, el vecino que asomaba de vez en cuando para tender sus camisas al sol, pero ahora no llevaba camisa, nada excepto unos vaqueros desgastados y una botella de cerveza entre sus dedos.

-Siempre hay un roto para un descosido -Murmuró

Él no había reparado aún en su presencia, parecía musitar y a ratos tomaba un puñado de hojas y apuntaba algo, ¿Qué estaría apuntando? El cigarro se fue consumiendo sin que ella volviera a atenderlo, parecía más interesada en lo que ocurría al otro lado del abismo, ¿Qué hacía? ¿A qué se dedicaba?

-¡Maldición!, ya me está atrapando y ni siquiera se quien es...

El grito que se escapó de sus labios burdeos logró atravesar aquella distancia y llamar la atención del muchacho, quien se limitó a sonreír y a saludar con la mano.

-Vaya, todo un caballero -Pensaba mientras se recogía el flequillo por detrás de la oreja- ¿Debería responderle?.

La conversación gesticulada se extendió entre varios saludos amables, algunos intentos por averiguar sus nombres y risas ensordecidas por el ruido de los coches. Entonces ella trató de preguntar por lo que escribía en aquellas hojas de papel, pero no habría forma de explicárselo desde tan lejos, así que el muchacho le indicó que podría verlo abajo, en la acera. Ella no dudó en saltar de un salto hacia el salón, tomó los zapatos y el sujetador a toda prisa, tomó las llaves y salió de casa dando un portazo, terminó de vestirse mientras bajaba por el ascensor. -Suerte que no haya coincidido con los vecinos- y justo antes de atravesar el umbral del portal frenó en seco, se colocó el pelo y salió aparentemente tranquila hacia la acera.

Al llegar al espacio entre los dos edificios se descubrió en soledad, no había nadie y, entonces, un silbido le hizo alzar la vista: ni rastro del muchacho, pero un puñado de hojas mal arrancadas cayeron recogidas por un puñado de clips.

-¡Imposible! ¿Cómo demonios..?

Ella.. ella en cada una de aquellas hojas, había retratos de su rostro, su silueta mientras fumaba un cigarro en el balcón, de nuevo ella en la parada del autobús de al lado mientras buscaba su cajetilla de tabaco en el bolso.. algunos versos adornaban aquellos bocetos y al final, una nota apresurada en la última hoja:
"Debe parecerte extraño, pero hace mucho tiempo que vivía sumido en una profunda depresión, incluso en una ocasión traté de saltar por la misma ventana en la que me has encontrado hoy, pero estabas allí en frente, mordisqueando una tableta de chocolate mientras trasteabas tu teléfono móvil y algo me frenó, desde entonces te convertiste en mi razón para levantarme cada día, salía a comprar el periódico por si te veía salir del portal, corría por las noches por si te encontraba saliendo de fiesta, y de repente un día dejé de verte en tu balcón, pensé que no volvería a encontrarte allí y toda mi vida se vino abajo... Y hoy estás aquí, sabes que existo, sabes donde vivo, tal vez sea una locura, pero si deseas mezclar tu vida con un loco como yo, me encontrarás en el 4º-C. Roberto".

Todo su cuerpo temblaba, sentía como las piernas se le aflojaban, descargas de Adrenalina hacían que su corazón golpeara su pecho con violencia, y la Serotonina.. ahhh.. sabía que era ella la culpable de los escalofríos que recorrían su espalda como si fuera un cachorro atrapado en una carnicería. Ahora estaba allí, de pie en aquella bifurcación, ¿Subiría a la casa de aquel hombre que no dejaba de acecharla? ¿Volvería a su casa?  Contemplaba los bocetos como si esperase que alguno de ellos le susurrara qué debía hacer..

martes, 26 de abril de 2016

De susurros

Como las discretas gotas de agua que se cuelan entre las rocas
y sin llamar la atención van haciendo mella, desmoronan el muro,
se coló un susurro entre los gritos, sin decir nada, sin abrir la boca,
castillos de viento que cayeron desde el cielo a golpe de murmullo.
 
Como el viento húmedo y frío que aparece de madrugada
desgastando hasta la espada más heroica, el la oxida sin esfuerzo,
se coló un susurro por las rendijas de mi armadura abollada,
atravesó mi coraza y dejó mella hasta mis propios huesos.
 
Como escarcha blanca abrazada a mis ventanas
que entumece mi cuerpo y no me deja ver nada,
se coló un susurro hasta el fondo de mi alma,
y heló el jardín donde sembrábamos esperanza.
 
Como un susurro, mi cuerpo reducido a un suspiro,
jirones de yo que ondean en todas direcciones,
como traspiés del hombre que camina perdido
buscándose a sí mismo por todos los cajones.
 

lunes, 25 de abril de 2016

De vivir sin miedo

Recostado en tu regazo descubrí lo que es vivir sin miedo,
vivir como si me hubieras aislado del espacio y el tiempo,
solo para descubrir que no hay otro lugar ni otro momento
en el que quiera estar que allí, entonces, sobre tu pecho.
 
Te convertiste en mi oasis, en la isla en la que el naufrago
no puede desear otra cosa sino vivir sin ser encontrado,
tumbarme en tu arena blanca sembrada de fósforos
que me hacen arder cuando la acaricio con mis dedos.
 
Eres el velo pintado de azul que embellece el mundo,
solo porque estás ahí, solo porque me sonríes
con esa sonrisa que ilumina hasta el rincón más profundo.

sábado, 23 de abril de 2016

Sin noticias desde el cielo


     Espero que sepas disculpar la demora desde la última vez que lo intenté, ya casi había olvidado lo que se siente al escribir a ninguna parte, al escribir donde nadie recibirá este mensaje urgente, y es que, después de tanto esperar una respuesta que no llegaba, terminé por mirar sin esperanzas al cielo y limitarme a mandarte señales de humo desde la fragua casi extinguida de mis pulmones.
Recuerdo cómo en cada sobre bien doblado fui arrojando un pedazo de esperanza, fui dejando migas de ilusión, de una luz que llegaba hasta mi umbral, y allí esperaba yo... Desde allí alzaba la vista, miraba a mi alrededor y hasta perdí la cuenta de las veces que volvía a mirar el teléfono aguardando una respuesta, pero no había mas respuesta que el silencio, no había mas pródigo que una ausencia que se presentaba sin avisar y con las maletas llenas de nostalgia. Recuerdo el viento arrastrando migas hasta el borde mi ventana, cartas devueltas y una luz menguada por el tiempo, como la vela en el candil que va exhalando hasta la última gota de cera abrazada a su delgada mecha.

He vuelto a escribir, una última carta sin destino, una última llamada a lo desconocido, y amiga mía, aunque sea en vano, necesito decirte al menos una vez más que no te olvido. He aprendido a perdonarte por coger aquel embarque sin avisar, aprendí a perdonarme por haberte odiado casi tanto como te añoraba. Si estás ahí, o tan solo en el recuerdo que nos resta, ojalá que mis palabras te alcancen, que no importe la distancia, ojalá que esta carta sin papel llegue allí donde las más radiantes luces brillan, allí donde seguro habitas.
 

Recuerdo la historia de un pequeño lagartijo asustado, cuentos de hadas y duendes que hoy perduran
como la sombra de aquellas nanas que en noches frías mi madre nos contaba, los recuerdo como las grandes hazañas de los héroes: Con palabras difusas pero con un mensaje claro que atraviesa el tiempo dejando huella en los afortunados oídos que las escucharon. Recuerdo fábulas extraordinarias, o al menos así las recuerdo yo, aquellas historias que hoy forman parte de la impronta escondida en este escritor aficionado, en este extravagante personaje que aún juega entre caballeros y duendes, y sigue asustándose por las alturas... Tal vez algún día aquel lagartijo se convierta en un dragón que sobrevuele las montañas.

Te escribo con los deberes a medias y una sonrisa completa, a medias porque aún quedan promesas por cumplir y sueños por alcanzar, completa porque en mi camino, aunque accidentado, he tratado de no perderme demasiado, porque he encontrado el amor y ella es la estrella que ilumina mis pasos y el susurro que me llena de aliento, ella ha descubierto quien soy y no permite que abandone la senda que parte de mi alma... Te escribo para darte las gracias una vez mas, porque soy quien soy, orgulloso de serlo, y se que en parte es gracias a ti. Me quedan tantas cosas por decir, y aún más por hacer, pero se que es vano creer que encontrarás estas líneas en algún buzón al otro lado del mundo, por eso, si te escondes al otro lado de todo, espero que puedas observar desde una rendija, amiga mía.

Sin noticias desde el cielo, sin poder decirte lo que pienso... Te hiciste nada después de haber sido tanto, ojalá y me equivoque en todo lo que creo, ojalá y no fuera otro pequeño escritor ateo...

De resistir

Corrieron, tus sueños y los míos campo a través,
como dos partisanos en las cumbres lombardas,
que luchan manteniendo la cabeza bien alta
y la justicia más humana guiando sus pies.
 
Se hicieron al monte, no para huir, sino para defenderse,
defenderse de la metralla que descargan las ideas ciegas,
de las personas de piel y hueso, pero con sueños de piedra.
Buscaron nuestros sueños un lugar lejos de su corriente.
 
Y nuestra banda sonora la compusieron silbidos de balas,
miradas que trinaban como una tormenta concentrada
en un millar de pupilas dilatadas.
 
Fueron, tus sueños y los míos miembros ocultos de la resistencia,
avanzando escondidos en la sombra de banderas siniestras,
 creciendo sin armar demasiado jaleo y recorriendo callejuelas
donde aprendieron que la discreción es la primera ley de supervivencia.
 
Tallaron en la tosca roca
levantando leves lascas
con la paciencia de una gota
que sin prisa ahonda
y hace verdes valles a su paso.

viernes, 22 de abril de 2016

De aquella puesta de sol

¿Alguna vez has visto una puesta de sol?
¿Has visto la forma en que las últimas luces del día invaden las nubes? Esa manera en que son atravesadas sin dolor alguno y sin embargo se sienten marcadas por aquellos rayos que las visten de tonos naranja y violeta...
¿Has visto de qué modo los jirones de nube parecen arder en mitad del cielo? Esa forma en que el sol parece incendiar su interior sin que llegue a quemarse, sin que se desprenda otro olor que el de azúcar tostado sobre la superficie...
Así, así es el amor que siento, como si siempre fuera aquella puesta de sol que te hizo estremecerte de tal manera que no podrías explicar a nadie..

martes, 19 de abril de 2016

De raíles y andenes.

Llevo atrapados en mi diario kilómetros de vías y decenas de andenes,
llevo la sombra fugaz de los árboles, como estrellas en un paisaje
que se pierde deprisa tras la estela blanca de aquel corcel de acero.
 
Pueblan mi recuerdo bastas horas apoyadas sobre raíles infinitos
que, al fin y al cabo, hablan de quien soy y hablan de donde vengo.
 
Se dibujan en aquellas ventanas el mismo cuadro que en mi mente:
Un pasado difuso y borroso que al descuidarnos devora el efímero presente,
¿Y el futuro? ¿Qué hay de ese futuro que se aproxima acelerado?
 
Un futuro que queremos alcanzar, y conocemos el final del trayecto
pero a pesar del millar de traviesas desconocemos el camino marcado.
 
llevo en mi bolsillo guardado un billete de ida y vuelta en cada viaje
preguntándome si usaré los dos o si mi camino acabará antes de que baje,
 
pero ese es nuestro espíritu emprendedor y optimista, es decir,
compramos los billetes creyendo que iremos, haremos y volveremos,
sin dudar entonces que regresaremos igual que fuimos a partir.
 
Llevo arrastrando un susurro desde la última estación que atravesé,
preguntándome si puede ser este el ultimo tren que tomaré,
 
pero por más que mire no puedo responder, no se si quiero,
mas se que en algún momento me haré uno con aquel pasado difuso
y toda estela de mí no será sino eso, un borroso recuerdo.


lunes, 18 de abril de 2016

De pillaje y piratería

Recuerdo el olor intenso a pólvora mojada,
quemada en la superficie de tu cuerpo
y bañada por sudor en nuestra almohada,
recuerdo las manecillas surcaban el tiempo
mientras mis dedos surcaban tu cara.
 
Rememoro, cuando nos alcanza la mañana
cómo los cañones rugían y estrepitosamente
hacían saltar por los aires las azotadas sábanas
que se hacían jirones ondeando hacia poniente
en un mar de muchas caricias y pocas palabras.
 
Respiro, aún exhausto por el abordaje de tu dedos,
y hago cuentas de las consecuencias del pícaro pillaje,
que me dejó vencido en lecho y con la mirada en el cielo,
preguntándome si de allí proviene tu imagen
o si fue sólo una placentera alucinación en mi cerebro.
 
Pero no cabe en mente imaginar tal aventura,
componer solo en ideas la travesía de mis labios
por las playas de arena clara alrededor de tu cintura,
no alcanzaría siquiera a imaginarlo
sin perder en el camino lo que me resta de cordura.
 
Pues son amor, tus caricias y las mías pertrechos de guerra,
de una guerra sin cuartel y repleta de escaramuzas,
son tus besos las bolas de cañón que disparas con fuerza
derribando mis tapujos, la mesura, y la blusa,
que son doblones de oro lo que adornan tus caderas
y yo el corsario inglés que te persiga hasta la última costa..
 
...Hasta la última bahía en que encallen tus cabellos y mis manos

miércoles, 13 de abril de 2016

De encontrar la luz (en un mundo de sombras)

De tanto caminar por caminos agrestes y accidentados
terminó por caer el velo que mantenía mis ojos vendados,
cayeron las cortinas que custodiaban cada umbral
para descubrirme ahí fuera un mundo de oscuridad,
las sombras tomaron sus asientos considerándolos propios
y con sus murmullos de hilo tenso acordonaban el mundo.
 
Pero entonces el amanecer se presentó con ojos almendrados
y una sonrisa preciosa de la que no me importó ser esclavo,
porque ¿Quién temería ser esclavo de su propia libertad?
ella era mi son de alborada, mi calma y mi dulce tempestad,
y del velo que sesgaba mi mirada al otro lado de mis pupilas
se hizo un vestido corto, tanto que podía encontrar todas sus cosquillas.
 
De tanto vestir de grilletes y cadenas de un suave tono invisible
sucedió que al sentir su piel todas cayeron al suelo para hacerme libre,
como un vestido de raso que se desliza por la piel desnuda,
como un beso que sin saber como termina encontrando su nuca,
y de perder los grilletes sucede que casi me elevo del suelo
como si con oír su voz ya estuviera un poco más cerca del cielo.
 
Vivimos en un mundo oscuro, siniestro y sutilmente calculado
donde todo destello es evaluado y adecuadamente moldeado,
y sin embargo veo escapar chispas celestes de tu forma de pensar,
salpicas mi vida con una luz que no entiende de convencionalidad
y que deforma las tinieblas en forma de sombras chinescas
donde todo lo demás cae en ridículo y absurdo, solo porque tu estas cerca..
 
 
Solo porque cuando tu estás a mi lado nada más importa, no hay tinieblas capaces de encoger este corazón tembloroso, no hay noche que supere al día ni estrella que eclipse esta alegría.

domingo, 10 de abril de 2016

De lo que sucede en mis entrañas

Sucede que cuando mis dedos abrazan el bolígrafo
éste se desliza no sólo por el papel sino también en mi pecho,
se adentra en el cerrojo de mi yo a cada párrafo 
y hace de cada misterio un nuevo verso.

Sucede que la voz de la razón guarda silencio 
cuando la pasión se descuelga hasta mi mano
y balancea mis falanges al ritmo de lo que siento,
al ritmo de este corazón tan desacompasado.

Recorro con la punta de este bolígrafo 
la fisionomía del folio de lado a lado
como el hombre que deshace lo andado
y así conocerse a través de cada paso.

Y a tientas convierto en palabras la maraña de ideas,
Desenredo estrofas en busca de algún significado 
que entre toda esta oscuridad encienda una maldita vela,
que en este mar de versos encuentre el acertado,
aquella piedra rosetta de mis pensamientos olvidados.

jueves, 7 de abril de 2016

De noches sin dormir

De los hilos de mi desmarañada razón
la noche fue construyendo grilletes pesados,
cadenas de hierro para atrapar al sol
y evitar que despunten sus cabellos dorados.
 
De ovillos grises de pensamientos estancados
se fue tejiendo la luna un oscuro mantón,
con borlas hechas de miedo y pies helados
que se escudan de monstruos bajo el edredón.
 
 De las hebras de mechones de tu pelo marrón
yo me hice a oscuras cabos trenzados
para trepar si te escondes tras el balcón,
para bajar si me dejas llevarte al prado.
 
De retales, con los restos de mi sueño ya olvidado
paso la noche de nuevo en vela viendo girar el reloj
esperando a que la noche pase sin pausa de largo
y aunque más larga sean las ojeras de este servidor
mayor es la fuerza que me empuja cada mañana hasta ti
 
así que dime, ¿que más dará este insomnio sin fin?,
si donde hay amor siempre se esconde esperanza
y donde hay noches en vela, hay horas para mirarte a la cara
para contar tus lunares sin que pueda dejar de sonreír.

lunes, 4 de abril de 2016

De seguir el ejemplo (y llegar más lejos)

Si algo he aprendido del personaje Lobezno de los X-Men es que lo importante en la vida no es cuantas veces te golpeen ni cuantas logren herirte, sino la capacidad que uno tenga para recuperarse, para regenerarse con mayor conocimiento pues, no hay mayor maestro que el error, no hay mejor manera que viviendo o cuanto menos contemplando con tus propios ojos cómo la vida puede arrojarnos piedras y palos y de qué manera debemos esquivarlos o encajarlos.
Los superhéroes poseen habilidades extraordinarias, aptitudes fuera de lo común y por eso les envidiamos, volar, telekinesis, regeneración instantánea... habilidades que por lo general se manifiestan desde el nacimiento de estos individuos, ese es el camino fácil de los héroes. Las personas que deben tomar la vía difícil, las personas reales, si son astutos aprenden a hacerse invisibles ante las miradas envidiosas y afiladas, se recuperan de cualquier piedra que le arrojen las manos anónimas o familiares, vuelan... vuelan por encima de envidias, celos o competiciones absurdas. Por eso pienso que la libertad no es tanto la capacidad de hacer muchas cosas, sino de poder hacerlas sin que nadie critique, infravalore o envenene cada una de tus acciones. 

Supongo que por eso uno de mis héroes de cómic favorito siempre fue Batman, porque todo lo que sabe, cada una de sus habilidades, son fruto del entrenamiento, de la experiencia y de las múltiples caídas por azoteas y callejones; amparado eso sí por el poderoso caballero don dinero, pues en esta sociedad, y cada vez más, tu talento, tu habilidad y tus conocimientos se verán siempre limitados por el dinero que poseas o por lo que las personas piensen que pueden obtener de ti, como decía un dicho, "tanto tienes, tanto vales". El señor Bruce Wayne salvaba la oscura ciudad de Gotham una y otra vez gracias a sus caros artilugios, a sus múltiples vehículos y trajes que difícilmente habría podido obtener un chico del extrarradio; sin embargo, no puedo dejar de admirar la idea que siempre he extraído del hombre murciélago: Haz tanto como puedas, si tienes una virtud (heredada o genuina), aprovéchala, hazlo lo mejor que puedas y cuando no puedas mas, pregúntate si es aún el momento de rendirse. Como dijo el difunto Bob Marley: "La gente que está tratando de hacer este mundo peor no toman ni un día libre, ¿Cómo podría tomarlo yo? Hay que iluminar la oscuridad".

A menudo pienso que deberíamos vivir la vida como auténticos héroes, como si tuviéramos (y es que lo tenemos) el poder de cambiar el mundo y la responsabilidad para hacerlo lo mejor posible. Los héroes de los cómics y las novelas no se quedaban en casa pensando en lo difícil que sería el camino o las adversidades que encontrarían. El pequeño Frodo Bolsón recibió el anillo de poder, como herencia y carga por parte de su tío Bilbo y, aún sabiendo que sería perseguido, hostigado y conducido a la oscuridad más absoluta no se quedó en su jardín fumando y aprovechando los pocos días de luz que le podrían quedar a esa tierra; Luke Skywalker no decidió esconderse en las arenas de Tatooine mientras el imperio subyugaba a toda la galaxia. Tal vez suene altivo, pero.. ¿Cómo iba uno a quedarse sentado en casa entonces sin hacer nada? ¿Cómo no buscar el poder que guardamos dentro y desarrollarlo tanto como nos sea posible y hacer que nuestro paso por este mundo no sea tan irrisorio y efímero como el trazo de la serpiente que se desliza entre las dunas del desierto?.


No, amigos, rendirse no es una opción, y tampoco lo es conformarse, no cuando sabemos que podemos hacer mucho más, no cuando nos han hecho crecer a la sombra de tantos héroes y heroínas, no cuando es ya algo indiscutible que somos capaces de curar nuestras propias enfermedades con el potencial increíble que guarda nuestro cerebro, no cuando a diario los hay que convierten su don en malicia y en una corriente oscura que envenena y corrompe el mundo. Merece la pena descubrir hasta donde somos capaces de llegar, solo para sorprendernos a nosotros mismos de lo equivocados que estábamos...


Por último, en esta entrada de nombres y apellidos, de referentes y ejemplos, no puedo irme sin parafrasear a Tupac Amaru Shakur (2pac) : "No estoy diciendo que voy a cambiar el mundo, pero garantizo que encenderé la llama del cerebro que si lo hará".

viernes, 1 de abril de 2016

De fieras sueltas

Éramos dos en aquella habitación, pero sentía como si hubiéramos abarcado todo el espacio, los muebles crujían con nuestra sola respiración y el aire... el aire era tan denso y cálido que yo mismo habría jurado que todo el amazonas se había colado por la ventana empujando violentamente su cuerpo contra el mío. El somier sonaba a jungla y la ropa, que nos mordía y nos quemaba como una marabunta, terminaba por volar lejos de las fieras, una bandada de pájaros de algodón y lino que huían en silencio. Podía sentir como su mirada arañaba mi piel y, al mismo tiempo, lamía mis heridas para que el dolor no nos hiciera parar, ¿Parar? Los tambores más tribales y primitivos retumbaban entre aquellas cuatro paredes sin que nada pudiera acallarlos.

La noche estaba despejada pero ellos la habían cerrado entre sus cuerpos, las estrellas se mezclaban con sus lunares y la luna, la argéntea luna fue a recostarse entre dos ceros claros tan majestuosos y místicos como las siete colinas de Roma. La noche yacía confusa, a veces río y a veces fuego que cauterizaba unos labios heridos por la continua embestida de torrentes y de olas furiosas.

Éramos dos pero la habitación se nos quedó pequeña y el balcón se hizo sumidero de palabras y delirios, fuga entre macetas de un amor incapaz de contenerse entre los tiestos y jarrones. Y una flor, testigo de tempestades, nutría sus raíces con el halo cálido que brotaba de cada suspiro. Las luces curiosas y el parpadeo de los ojos descarados vestían la ventana como manto de luciérnagas entrometidas que acudían a las llamas de nuestro escorzos de yesca y rastrojo.
El ir y venir de las miradas dio paso a una persecución atropellada por todos los rincones de la casa, jugábamos al ratón y al gato sin tener muy claro quien acechaba a quien, tan solo la intuición de que en aquella frenética cacería todos saldríamos ganando.

Abrimos la veda a nuestra piel y como un safari explícito y atrevido la lluvia de destellos y flashes se apresuraban a querer robar una esencia que nadie fuera de esta despeinada jauría podría sino anhelar en la distancia. Luego todo se hizo brusco silencio, la quietud que precede a la tormenta y así es que la tempestad irrumpió abrupta y súbitamente, las fieras rugieron y el colchón calló para dar paso a una plácida tregua de voces exhaustas y olor a tierra mojada.