Un día tropecé con la tumba del diablo,
el lugar donde enterró sus ganas de luchar,
llevaba horas conduciendo sin ninguna dirección
huyendo de mi mismo, escapando de la vida
hasta que escapó la última gota de gasolina,
yo me había rendido, creí que no había otra opción
y en silencio ignoraba que había optado por abdicar,
estaba dando un giro en el guion de mi diario.
Decir no -Porque no he nacido yo para esto-
porque no nací para ser nada, tampoco nadie
me equivoqué al creer en los falsos profetas
que predecían mi vida en forma de etiquetas,
somos hojas, pero no en libros, sino en el aire,
un enigma indescifrable para nosotros y el resto,
somos la posibilidad en cada fecha del calendario.
¿Por qué vivir creyendo en lo que "debemos ser"?
¿Por qué no crecer y descubrirnos a nosotros mismos?
ser aquellos en quienes queremos llegar a convertirnos
y encontrar el equilibrio entre la realidad y nuestro placer,
vivamos con los pies en la tierra y la faz en el cielo,
luchemos por no ser lo que se espera de nosotros,
digamos -Soy todo lo que puedo y todo lo que quiero-
Pablo León Alcaide





