Recopilación de textos narrativos y poesías personales, disfrutad su lectura igual que disfruto yo llevando mis dedos desde su inicio hasta su punto y final.

lunes, 6 de junio de 2016

De caladas y paradas - Parte 3 (Final)

La canción había terminado, Roberto ya no estaba observándola desde la ventana, y ella... Ella estaba empapada en sudor después de haber bailado tanto, no importaba que parte de su vestuario hubiera acabado esparcido por el suelo, el calor era demasiado intenso y ni con el balcón abierto de par en par podía contenerse, pero... ¿Debería tomarse una ducha, o esperar a que su selecto público volviera a asomarse por la ventana?
En parte sobre emocionada y a la vez un poco molesta decidió marcharse al baño. El olor a colonia enturbiada que desprendía su cuerpo le hacía recordar esa intensa fragancia a vainilla de su gel preferido, le encantaba salirse del baño sin terminar de secarse solo para mantener aún un poco más aquella fragancia mientras se paseaba por el dormitorio. Pero ahora sólo quería sumirse bajo el chorro de agua fría y desprenderse del sudor -El también estaba sudando- Pensaba mientras dejaba la toalla sobre el lavabo.. -Tal vez se fue a tomarse una ducha antes de seguir con el espectáculo.

Trataba de justificar aquella brusca interrupción del número de baile, al fin y al cabo ¿Cómo podría resistirse? ¿Cómo podría dejarla en la estacada después de lo que había confesado? Era imposible, pero aún así... Había desaparecido.

Entonces, justo al poner el primer pie en la placa de la ducha cayó en la cuenta de algo... ¡La ventana! El cuarto de baño tenía una ventana que daba a la calle, ¿La habría visto también por aquella ventana? Era complicado, pero tal vez el la había visto tal y como se encontraba ahora, desnuda, con el pelo suelto y dejando caer el agua por su espalda justo antes de comenzar a ducharse... Desde luego ahora parecía una idea tentadora, sugerente, emocionante. Ya había comenzado a enjabonar su cuerpo y la espuma se escurría por cada una de sus curvas cuando el rubor invadió su rostro -La de veces que he acariciado mi piel en soledad- Por un instante la vergüenza se apoderó de ella, pensó que quizás el pensaba algo terrible de ella, o quizás era eso lo que le gustaba de contemplarla... No pudo aguantar más con aquella incertidumbre, así que cortó el grifo de la ducha y tomó la toalla para enrollársela apresuradamente mientras se acercaba a la ventana.


¡Maldición! el no estaba allí, y parecía imposible que pudiera verla desde aquella ventana, todo aquella historia avergonzada había sido para nada, toda la calentura que aún manaba de su piel y ya se había salido de la ducha y empapado la toalla...

-Ding!!
-¡No puede ser! ¡El!

Ni siquiera se planteó que pudiera ser otra persona, salió corriendo por el pasillo y apoyándose en las paredes logró llegar al salón sin tropezar, la ropa aún seguía allí desparramada y en un abrir y cerrar de ojos ella ya estaba en la puerta, abrió por puro impulso y allí estaba él, el maldito Roberto, el artista, y ella, su musa, deseando ser tomada en aquél mismo instante...

-¡Desapareciste sin más!
-¿Y qué esperabas? Con ese baile, tu cuerpo...
-Cállate! estás aquí, al otro lado del abismo, ven y conquista esta piel....

2 comentarios:

  1. Vaya pedazo de texto. Precioso sugerente parece un guion cinematografico.

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    1. Gracias Antonio, realmente me pareció apresurado, pero no quería dejar la historia inconclusa, me alegra que enganche :)

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