Mi cuerpo, tierra de
nadie, campo de batalla,
ha vivido tantas
revoluciones dentro de sí
que solo cabría esperar
una tregua calmada,
que todos se rindieran en
esta guerra civil.
Mi cuerpo, sembrado de
trincheras, tiznado de hollín,
ha vivido tantos cambios y
tantas las guerras libradas
que ya solo me quedan ecos
vacíos en cada polvorín,
que si te acercas un poco
podrías oler la tierra quemada.
Y caímos en la anarquía,
la dulce rebeldía
que por todos y cada uno
de mis poros corría
como la liebre de marzo
huyendo de la jauría.
Pero tras tantas
escaramuzas y tantas reyertas,
tras cada insurrección y
cada “alguna-arquía”
más claro vi el camino,
más clara la respuesta,
y es que mi ser necesita
verse a pie en la autovía
Debo seguir moviéndose,
seguir cambiando, no, avanzando,
necesito de la
inconformidad como el cambio un renacuajo
que ve menguar su charca
atentando contra su existencia.
Mi cuerpo, mi triste
cuerpo pero mi feliz trofeo
fruto de tantas guerras
libradas contra mi mismo,
miro mi cuerpo y,¿Saben
qué es lo que yo veo?
Una mota de polvo que
recorre incansable su camino.
| Mi piel - Curtido campo de batalla |
No hay comentarios:
Publicar un comentario