Podría pasarme el día entero contemplando tu rostro,
pero entonces me vería obligado a negar atenciones
a los otros cien rincones de tu piel que tanto adoro.
Podría escribirte un poema cada día de la semana,
pero entonces me estaría deshaciendo entre renglones
de otras cien formas secretas de iluminar tu cara.
Podría, podría.. y un sin fin de malditos "debería"
que pueblan cada jornada de horas administradas
entre las que se escapa algún minuto en el día
en el que puedo hacer sólo lo que me de la gana.
Y es que no tengo mayor deseo que mirarte sin prisas,
vestir tus pupilas de diminutas centellas incandescentes
y adornas tus labios con al menos un millar de sonrisas,
¡de esas que inevitablemente desvelan hasta tus dientes!.
Escribo, una porción más del día estoy ante el teclado,
pero en un lenguaje que es ya más una excepción,
es más un recuerdo que ya con frecuencia olvido.
Escribo sin esperar a una función como resultado
ni pensar al terminar el verso en errores de compilación.
Tan solo libero mi alma, vulnero mi mente y escribo...
Podría decir que echo de menos este pequeño capricho,
pero mentiría, disfruto la vida, porque tu estás en ella,
y sinceramente, teniendo tu sonrisa... nada más importa.
Pablo León Alcaide

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