Recopilación de textos narrativos y poesías personales, disfrutad su lectura igual que disfruto yo llevando mis dedos desde su inicio hasta su punto y final.

lunes, 3 de abril de 2017

El Paradigma del Extraterrestre (strange man on strange lands)


Supongamos la llegada de un extraterrestre a nuestro planeta, aquél en que habitamos y que a menudo consideramos tan propio.
Con mayor o menor suerte, y más o menos esfuerzo, pero indiscutible que ha debido realizar un largo viaje hasta llegar aquí, y puesto que la cuestión de la beligerancia en las razas alienígenas y su propósito de conquista está de sobra machacado en la literatura y el cine de ficción, me atrevo a lanzar la siguiente pregunta:

¿Podría dicho extraterrestre llegar a formar parte de la comunidad humana?
Obviamente la brecha que provoca la dificultad en las comunicaciones es algo a considerar en todo momento, pero no de un modo mucho más duro que cuando uno de nosotros se despertara de repente en Sri Lanka o si un anciano bosquimano se encontrase de repente sentado entre los andenes de Atocha. Podemos suponer que de un modo u otro, si dos individuos inteligentes son capaces de comunicarse, pueden dar con la manera de interactuar y entenderse ¿No?

Me gusta pensar en los viajes de Marco Polo al Lejano Oriente, sin duda debió resultar difícil aclarar los términos comerciales con sus nuevos clientes, pero estoy seguro de que tanto en uno como en otros estaba presente un factor más importante que la propia raíz de una lengua: El interés.
Cuando existe interés, cuando se da una fuerte motivación personal, somos capaces de poner nuestro foco en comprender y en hacernos entender, en aprender cuanto haga falta para no sentirnos perdidos...

Bien, siendo benevolentes pensaremos que nuestro amigo extraterrestre posee cierta capacidad intelectual para tratar de adaptarse al entorno en el que ahora se encuentra, y que además ha llegado con la intención de hacerlo, ¿Qué más necesita para sentir que es parte de la comunidad humana?
En relación al párrafo anterior, quizás sea lógico pensar que es necesario un cierto interés por parte de la comunidad humana para entender a éste navegante interestelar, y es aquí donde todo se pone a temblar... Habrá defensores que consideren más que oportuno este hecho, que permitiría a ambas partes aprender, nutrirse de conocimientos y ayudar a que este planeta sea algo mejor de lo que encontraron al nacer; pero también habrá detractores que miren con recelo este acercamiento, que no miren con buenos ojos que un ser extraño se acerque tanto, como si pudiera quebrantar cierto orden natural de las cosas.. Y cómo no, cabría esperar que el desenlace dependiera en última instancia de aquellos que tuvieran la potestad de permitir el entendimiento entre ambas partes...

¿Quién decide quienes son aptos o no para aterrizar en nuestro planeta?
Es más que probable que nuestro amigo extraterrestre acabase perdido en tierra de nadie, sin saber si hizo bien o no al salir aquella mañana de su casa más allá de Orión, se habría encontrado con muchas trabas, habría tenido que aprender sobre la marcha tantas cosas que cualquier desliz supondría dar tres pasos atrás...

Por suerte no en todas las casas pensarían que enseñar a pescar al vecino les hará quedarse sin pescado para cenar, no en todas las fronteras piensan que dejar pasar al visitante es abrir las puertas a una invasión...  A veces no es necesario ni siquiera que dos individuos hablen el mismo idioma, basta con que ambos sepan que la otra parte viene a cooperar..

A veces.. Basta con saber que alguien cree que podrás hacerlo, alguien que confíe en ti y te vea como un miembro más, tan capaz como otros de llegar lejos... A veces hasta puedes tener la suerte de que lo vean mucho antes que tu mismo...

Me gusta pensar, que cuando digo extraterrestre, no hablo de extraterrestres... Aunque quizás simplemente estoy perdiendo la cabeza.
Poster de la película E.T, el extraterrestre


Pablo León Alcaide