Quería existir, sentir que existía, y para eso necesitaba dejar alguna huella en este mundo. Pero no una huella colosal de aquellas que todos quieran eclipsar solo por estar ahí, yo soñaba con una huella sutil, como el sabor del queso viejo en el paladar acompañado de un buen vino, como las caricias después de amarse, sutil como el rayo que se cuela por la ventana y aún tan delgado y tenue te despierta.Agarré un puñado de palabras y las fui alicatando sobre murales de celulosa, "insuficiente", me dije, "las palabras se las lleva el viento", así que decidí llenarles los bolsillos de sentimientos. Zurrones de vida, de pellizcos de mi corazón para anclar sonetos en lo mas profundo de tu alma... versos cálidos arrecostados sobre pozos de café y jirones de historias pasadas.
Quería existir, como aquel inconfundible olor a tierra mojada: que no sabes de donde salió, pero te alegró la mañana..
Pablo León Alcaide